Quinta parte del Martín Fierro de José Hernández. Esta obra nació como protesta en contra de la política del presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento. Además se aprecia una interpretación de la historia argentina
Y verlos al cair la tarde en la cocina riunidos, con el juego bien prendido y mil cosas que contar, platicar muy divertidos hasta después de cenar. Y con el buche bien lleno era cosa superior irse en brazos del amor a dormir como la gente, pa empezar el día siguiente las fainas del día anterior.

Ricuerdo ¡qué maravilla! Cómo andaba la gauchada siempre alegre y bien montada y dispuesta pa el trabajo… pero hoy en día… ¡barajo! No se la ve de aporriada. El gaucho más infeliz tenía tropilla de un pelo, no le faltaba un consuelo y andaba la gente lista… teniendo al campo la vista, sólo vía hacienda y cielo. Cuando llegaban las yerras, ¡cosa que daba calor! Tanto gaucho pialador y tironiador sin yel. ¡Ah, tiempos… pero si en él se ha visto tanto primor! Aquello no era trabajo, mas bien era una junción, y después de un güen tirón en que uno se daba mana, pa darle un trago de cana solía llamarlo el patrón.
Pues vivía la mamajuana siempre bajo la carreta, y aquel que no era chancleta, en cuanto el goyete vía, sin miedo se le prendía como güérfano a la teta. ¡Y qué jugadas se armaban cuando estábamos riunidos! Siempre íbamos prevenidos, pues en tales ocasiones a ayudarle a los piones caiban muchos comedidos. Eran los días del apuro y alboroto pa el hembraje, pa preparar los potajes y osequiar bien a la gente, y así, pues, muy grandemente, pasaba siempre el gauchaje.
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